miércoles, 4 de noviembre de 2015

Un vaso es un vaso y un libro es un libro

Todo es falso salvo alguna cosa: iconografía de un país es un recorrido gráfico por la actualidad sociopolítica española que nace de Politocracia.es, premio al mejor blog de actualidad en los Premios 20 Blogs del diario 20 Minutos. Combinando imágenes icónicas con textos alusivos, Todo es falso salvo alguna cosa se ríe de la actualidad y de nosotros mismos, analiza y disecciona la identidad de los españoles, de sus símbolos, de sus filias y de sus fobias. Firmamos el libro el diseñador gráfico Francisco Blanco y yo mismo, Agustín Lozano de la Cruz, escritor y librero. Además, cuenta con un prólogo escrito por el novelista Isaac Rosa.

Llevamos meses viendo cómo la clase política española se parodia a sí misma, con el todavía Presidente del Gobierno ejerciendo de bufón mayor del reino. De todas sus antológicas frases escogimos una para dar título al libro, Todo es falso salvo alguna cosa. Se trata sobre todo de reflexionar, a través de las iconografías de Francisco Blanco y de los acerados textos de un servidor, acerca de la generalizada estulticia de los españoles, orgullosos de permitir que nos desgobiernen clowns disfrazados de políticos, o viceversa. Símbolos, banderas, corruptelas, paro, bipartidismo, troika, alcaldesas, sindicatos, monarquía... son algunos de los conceptos que desfilan por las páginas de Todo es falso salvo alguna cosa. 

De la misma manera que la nueva política se autofinancia, por aquello de diferenciarse de la vieja política y dejar de ser rehén de los bancos, Todo es falso salvo alguna cosa se autofinancia a través del mecenazgo, en www.verkami.com/projects/12943-todo-es-falso-salvo-alguna-cosa. Aunque no sabemos muy bien de qué queremos diferenciarnos, pretendemos no ser rehenes del mercado editorial, sino de nuestros lectores.

Y como es cuestión de desmenuzar la actualidad política, quién mejor que Isaac Rosa para dar la puntilla con un prólogo como los epílogos con los que remata las noticias cada semana en eldiario.es y cada mes en La Marea. Si fuéramos candidatos a los próximos comicios (que más que elecciones generales parecen milenaristas, como si fueran a ser las últimas), de este trío de autores de Todo es falso salvo alguna cosa probablemente saldrían tres corrientes políticas, porque la gente de izquierdas somos así, unívocos. Por fortuna no vamos a ser candidatos de nada, nosotros a lo nuestro, a escribir. Y es que ya se sabe, un voto es un voto y un libro es un libro. Que ustedes lo disfruten, lo lean y, a ser posible, lo respalden con su apoyo como mecenas. No nos den las gracias, todo es mérito del presidente, salvo alguna cosa.

Artículo publicado originalmente en Librerantes

miércoles, 20 de mayo de 2015

Politocracia


Un tanto abandonado como tengo este blog, sin embargo no dejo de colaborar en otros, al calor de las amistades que surgen en librerías como Tusitala. Es el caso de Politocracia, blog señero ya (reciente finalista de los Premios 20Blogs) donde han tenido a bien publicarme ya cuatro artículos, convirtiéndome así en integrante de esa sospechosa categoría llamada "colaborador habitual".

En realidad, los dos primeros provienen de otra colaboración y de otra revista: con el historietista Fidel Martínez al dibujo, y en las páginas impresas (cuánto romanticismo) del fanzine Barrantes, salió a la luz el libelo De Profundis (diario en B), una suerte de no-diario del tesorero por antonomasia, y Corre Monago corre, crónica a la carrera del presidente que corría demasiado.

El tercero de los artículos, Quincemayismo, nos recuerda la importancia del 15M cuatro años después de su nacimiento, convertido ya en parte de nuestro lenguaje y de nuestros sueños.

En cuanto al cuarto artículo, se titula Derribar la pantalla de plasma y comparte ilustración con esta entrada. No diré más. Mejor lean.

jueves, 5 de febrero de 2015

Yo estuve allí



"En una multitud que camina hay una fuerza de determinación colectiva valerosa porque excluye la ira".
Antonio Muñoz Molina


15 de febrero de 2003, paremos la guerra: un millón de personas entre Atocha y Sol, según la estimación de la prensa, la mayor manifestación de la historia de España, convocada en ciudades de todo el mundo por el movimiento altermundista. 13 de marzo de 2004, queremos la verdad: miles de personas rompen la jornada de reflexión, convocadas anónimamente por SMS ante las patrañas de Aznar, y provocan un vuelco electoral. 15 de mayo de 2011, no nos representan: indignados por una clase política que considera crisis lo que a todas luces es estafa, lo que parecía una manifestación más deviene en acampada y luego en ciudad alternativa, en pequeña república del cambio.

Yo estuve allí, como en tantas otras movilizaciones, y mi presencia es lo de menos. Lo de más es que todas aquellas convocatorias eran de protesta, se ejercía el derecho de manifestación en contra de algo: de la invasión de Iraq, de las mentiras del gobierno, del bipartidismo anquilosado y corrupto. Pero hay un hilo de continuidad en ellas, que ya comienza a transformarse el 15M: de la marcha se pasa a la sentada, de la queja a la deliberación. Y así, tres años y medio después, se añade un nuevo párrafo a esta crónica.
 

31 de enero de 2015, Podemos: unas ciento cincuenta mil personas marchan sobre el centro de Madrid, nunca antes un acto público de un solo partido político había logrado tanto respaldo, y este partido político ni siquiera existía un año antes. La protesta ha mutado en ilusión: la gente sonríe y se siente protagonista del cambio, la democracia representativa se vuelve por momentos participativa, los de abajo somos más y no tenemos miedo.

Yo también estuve allí. Apenas podía moverme en la Puerta del Sol, esquina calle Preciados. Por allí, junto a mí, pasó Pablo Echenique en su silla de ruedas, entre los agradecimientos de la multitud empoderada. Por allí, junto a mí, había pasado en marzo de 2003 José Saramago, de camino al estrado, donde afirmaría que ha nacido una nueva superpotencia, la opinión pública. Esta nueva superpotencia tiene ahora once años, casi doce, el tiempo que ha transcurrido por ese hilo rojo de la memoria y de la dignidad. Confío en que no tengamos que esperar a la mayoría de edad para hacernos con las riendas de nuestro futuro. El momento es ahora.