jueves, 30 de junio de 2011

Ocaso


La puesta de sol a eso de las siete, mediados de octubre, otoño, de Alcalá a Sol, el rectángulo de luz sobre la cuádriga, su rastro que se pierde por Mayor hacia Oriente, que invita a buscarlo por las calles de los Austrias, de la bohemia.

Las farolas que se encienden a mi paso por los jardines en retirada, casi vacíos, del Buen Retiro. Y al fondo, la alta sombra de edificios que insinúan Central Park. La chispa adecuada. Los fotógrafos que toman medidas de la luz del ocaso, las tonalidades rojas de los árboles enmarcando la escena.

Ahora es julio, no todavía, apenas un día antes. El sol gobierna sobre la colina de los chopos que, engullida por asfaltos y cúpulas, ya no domina Madrid. Ocho meses han pasado entre un ocaso y este sol de justicia. Es la hora de decir adiós a los residentes y a sus fantasmas.

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jueves, 9 de junio de 2011

Me cago en los políticos (a la manera de Pérez-Reverte)


Mírenlos. Ahí siguen, tan ufanos. Repartiéndose de nuevo cargos y prebendas, botines y coches oficiales, secretarías y subsecretarías. Afuera ruge la tormenta, pero a ellos se les da un ardite. Les importa un carajo, para que ustedes me entiendan. La protesta no va con ellos, aunque lo más gritado sea "no nos representan". Ya se cansarán, piensan los meapilas de corbata y traje de regalo, ya se cansarán estos alborotadores.

Pero donde ellos ven melenudos, perroflautas y flowerpowers, yo que tengo mucha mili y he visto mucha guerra veo licenciados en paro: mayormente, lo que viene siendo el futuro de España. Así que lo mismo hay que tenerlos en cuenta, porque lo mismo no se cansan. Lo mismo están hasta las pelotas de tanto chorizo suelto. Y como no tienen más trabajo que un contrato de mierda ni más casa que la de sus padres, pues poco tienen que perder. Y los que poco o nada tienen que perder son los que te la lían, ya lo dicen los manuales de Historia que Sus Excelencias se encargan de tergiversar día sí, día también, gracias a esos libros de texto por encargo que igual colocan el Teide en mitad de los Monegros como juran y perjuran que Viriato era un héroe del independentismo andaluz.

No importa el jaleo ese de las revueltas árabes, los árabes siempre han sido unos revoltosos. Tampoco lo de Islandia, que nadie sabe cómo ha sido; ni lo de Grecia, que han tomado a nuestros revoltosos como modelo. Aquí no. Aquí en el Estado Español de los cojones nunca pasa nada. Nosotros a lo nuestro. A encumbrar al enemigo y apuñalar al amigo, que se acercan las generales. A inaugurar aeropuertos sin aviones, que es el no va más de la política-ficción. A recortar y a reformar, a sus órdenes señora Merkel, póngame a los pies de su señor marido. Y si los recortes y las reformas no sirven, pues tenemos otros.

Ganas me dan de dejarme crecer la barba, ponerme un turbante, agarrar el Kalashnikov AK-47 que tengo encima de la chimenea y tirar para la Moncloa, a ver qué pasa. Pero claro, cuando digo cosas así se me echan encima las lectoras bienpensantes de este suplemento, indignadas. Vayan a indignarse a la Puerta del Sol, no te jode. De verdad que dan ganas. La hostia de ganas. Háganse cargo. Lástima que me vea venir las consecuencias: Javier Solana otra vez como Secretario General de la OTAN, un personaje capaz de bombardearse a sí mismo. El muy hijo de puta.

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